Así somos aquí

Así somos aquí
So, what the f...?

jueves, 5 de enero de 2017

La insoportable levedad del ser... salido. (Primera parte)

Él había nacido para las relaciones púbicas (públicas, perdón) y lo sabía.

Era algo innato en su persona desde que, en la más tierna infancia, se había metido en el bolsillo a las profesoras de la guardería.

Era, junto con otro, el rasgo principal de su carácter. Y ese otro rasgo era el que acabaría marcando su vida… estaba salido.

Pero no salido como pueda estar un español medio, estaba muy pero que muy salido.

Si, con su carácter dicharachero y gentil se había metido a las profesoras de la guardería en el bolsillo… pero no era lo único que había metido… en cuanto se descuidaban … ZASCA, ahí estaba el crío restregándose en sus pantorrillas cual perrillo en celo y metiendo la mano bajo la falda.

Nen, estigues quiet amb la maneta cony” le decían una y otra vez…  Pero no se enfadaban con él, les hacía gracia verle con su tiendecita de campaña y su sempiterna camisa de cuadros de manga corta. 

“Aquest nen no tindrà una altra roba?”  Se preguntaban.

Y creció, se hizo un hombre (hasta con barba hípster), pero su salidez creció con él.  Su salidez y otro rasgo que con el tiempo se hacía cada vez más intenso… el joputismo.

Parecerá una tontería pero estas cosas preocupan y mucho a las familias. Y el plan no pintaba demasiado bien...

  SALIDO + JOPUTA + CAMISA A CUADROS Y MANGA CORTA = Difícil ecuación.

Por no hablar (estamos en horario protegido) de cierta afición a la Mahou (por barriles, no por cañas) que iba estado cada día más presente en nuestro protagonista.

Y llegó un momento en el que, como siempre ocurre (o debería ocurrir), tuvo que buscar trabajo…
  
"Què faig? Si a mi el que m'agrada és ser relacions públiques ... però on?" Esa frase daba vueltas una y otra vez en su atolondrada cabeza.

Y no daba vueltas en esa lengua extraña por gusto, es que no le salía pensar en otra.

Pero en esta vida siempre hay algo que te hace decidir si el camino de la derecha, el de la izquierda, el del centro, el que va hacia atrás, el de la derecha algo moderada, el de la izquierda pero no del todo, … bueno, un camino, es el tuyo.

Y ocurrió. Iba deambulando solo con su pensamiento (y una importante colección de tías en pelotas en el móvil, que todo hay que decirlo)  cuando vio una imagen que le hizo tomar la decisión de su vida.



Joer!!! Eso es, mecánico. Seré mecánico. 

(Continuará...)

domingo, 29 de noviembre de 2015

El Final (tercera parte o parte 3)

 Que un final sea feliz o no depende de, al acabar la historia, si puedes sentarte o debes permanecer de pie.”
Mc. Flurry Jr.

Si alguien hubiera grabado la escena con una cámara de esas que graban en 360º y en una sola toma, sin interrupciones, hubiera sido digno de película de autor.

Ahí estaba nuestro buen pelukas, mirando como la cliente le decía “Xandra,  me llamo Xandra, con la misma X con la que se clasifican las películas porno. Y quiero algo especial.” Mientras se quitaba el elegante abrigo con una sensualidad que ni el mejor viernes había visto en Canal +, dejando ver que llevaba únicamente una especie de tanga, parte inferior del bikini o algo así…


Peluk no sabía qué decir.

Peluk no sabía dónde mirar.

Peluk no sabía cómo ocultar la ya incontrolable tienda de campaña.

La actividad cerebral de Peluk solo dio para echar la persiana y poner el cartel de cerrado.


“Puto uniforme de pelukator, ya podía ser de tela más resistente joer, que así no hay quién oculte nada”, pensaba mientras trataba de ordenar en su cabeza las palabras que salían de tan sensual boca y de las que no entendía una mierda (que todo hay que decirlo, pero cuando la sangre está acumulada en un único punto… es lo que tiene).

“Mira, te voy a contar una historia. Yo tuve una araña que fue mi mascota durante 5 años hasta que un malnacido la pisó. Tal vez fue culpa mía por llamar a Tele_depilación@home, pero me pareció una buena idea … idea que se convirtió en terrible cuando escuché el afeminado grito de terror sumado al crujido de mi pobre araña pisada.”.

Peluk no entendía nada, pero eso es prácticamente una situación habitual, aunque decía que si porque no podía apartar la vista de esos pechos desafiantes.

Xandra se quitó la única prenda que le quedaba, el tanga, quedándose con unas botas piratas de tacón infinito. “¿Ves que no me he depilado hace algún tiempo? Quiero que lo hagas tú, pero aprovecha que recortas y rasuras para dibujarme a mi pobre arañita… Necesito saber, cada vez que me tire a un desgraciado de esos que te entran en los bares, que ella va a estar vigilando la puerta de entrada”.

“Te recompensaré bien, no te preocupes y olvídate de las tarifas que tienes colgadas en la pared.”

Pelukas decidió que lo mejor era empezar lo antes posible. De otra forma tendría que abandonar la sala durante un par de minutos para desahogarse y eso, tal vez, no estaría bien.
Empezó a dibujar en un papel. Boceto tras boceto mientras tomaba medidas púbicas para tener claro que ni se pasaba ni se quedaba corto.

“Perdone que le toque las partes bajas, señorita, pero necesito acotar la zona”, repetía una y otra vez ante la mirada de aprobación de Xandra.

Finalmente lo tuvo (necesitó cambiarse de pantalones porque un accidente lo tiene cualquiera y no siempre es bueno trabajar bajo presión), pero lo tuvo.

Y, peine por aquí, tijera por allá, esa maquinilla eléctrica que tanto rebaja…, un poco de cera y finalmente un masaje con crema hidratante de aloe vera.

Segundo cambio de pantalón… “espero que esto acabe pronto porque como se me vuelvan a escapar los fluidos voy a tener que pedir el delantal al frutero de la esquina, que ya no me queda más ropa de cambio.”

Xandra se levantó, se miró en uno de los múltiples espejos de la sala y sonrió satisfecha.
“Muy buen trabajo, Peluk, ahora si echas a los tres jubilados que llevan dos horas esperando en la calle para entrar, hablaremos sobre cómo pagarte esto”.

Peluk salió corriendo hacia la puerta, abrió y a base de collejas se quitó de en medio a los tres abuelos que gritaban “joputa, bujarra, no volveremos… la próxima vez que no tengamos nada que hacer iremos a ver alguna obra, que ya empieza a haber otra vez.”.

Imaginad la escena. Xandra desnuda y depilada tumbada sobre una de las sillas que había echado hacia atrás (de esas de las de lavarte la cabeza). Peluk con el ansia víva comiéndole por debajo de la línea de flotación (incluso con las lorzas post-veraniegas era inevitable darse cuenta de que algo había vuelto a cobrar vida por ahí).

“Sé que te gustaría hacer algo con este cuerpo, pero piensa en mí como tu hada madrina de la semana y te ofreceré algo mejor”.

El jodío Pelukas no podía pensar en nada mejor, es más, ni siquiera podía pensar en nada que no fuera ese pibón y dudaba mucho que volviera a pensar en cualquier otra cosa en los próximos 25 años. Pero accedió a escuchar…

“Te gustan las motos ¿verdad?”
“Esto es lo que tienes que hacer, abre la puerta y mira lo que hay en la calle. Va a ser todo para ti”

El ansia viva es algo terrible, en una Pelukatería, en un foro de guitarristas, en una imprenta, … y Peluk no estaba libre de ella.

Y abrió la puerta.

Y vio una moto de esas de los Hells Angels, negra, cromada, reluciente, … un sueño para cualquier macarra. No había duda de ello.


“Gracias, pero ¿no es demasiado por una depilación?”, dijo mientras se volvía para descubrir que ya no estaba.

No estaba su abrigo.

No estaba su bolso.

No estaba el tanga que había quedado tirado en el suelo.

Y solo quedaba el rastro de los pelillos púbicos que habían sobrado tras depilar dibujando un arácnido en tan apetecible cuerpo.

Lo daba todo perdido cuando escuchó cómo la puerta se abría a su espalda. Algo le impedía volverse mientras unas manos expertas desabrochaban su camisa de pelukator, bajaban su pantalón y le hacían inclinarse sobre una de las sillas.

“Ah!.... juguetona, que me querías asustar pensando que no ibas a  pagarme. “ dijo el Pelukas mientras volvía la cabeza y descubría con pánico algo que nunca olvidaría.




Un Oso, si.

De los osos moteros que tienen esa doble personalidad de tipo duro cabalgando a los lomos de su Harley y de tipo amoroso cabalgando a los lomos de sus compañeros de cama.

Y nuestro antihéroe Peluk, durante tres largas horas fue precisamente eso. El compañero sobre el que cabalgó el Oso_Motero.

Pero todo acaba y el motero acabó, dio la vuelta y salió del establecimiento. Peluk solo se atrevió a volverse cuando escuchó rugir el motor de la Harley.

Y ahí llegó el momento de PÁNICO. No solo la puerta estaba abierta, sino que alguien había levantado las persianas y todos los vecinos del barrio estaban ahí, aún sorprendidos por lo que había pasado.

Y no solo estaban ellos. También estaba su ¿amigo? de la infancia con un cartel que decía…

Siempre quiso asesinar a su peluquero. 29 de febrero”.  

y una malvada sonrisa en la cara.

Porque él sabía que esto había sido mejor que un simple asesinato.

Peluk se subió el pantalón, cerró las persianas de nuevo y puso la radio para relajar un poco los nervios (tenía una curiosa mezcla de miedo, indignación y de duda porque en el fondo había llegado a disfrutar como una perra con las embestidas del Oso_motero).


Y en la radio sonaba el último éxito del Melancholic Duo.  



“Lo que me faltaba, ahora estos dos con su música raruna”, pensó Peluk mientras trataba de sentarse sin demasiado éxito y los sonidos melancólicos llenaban la estancia...

domingo, 11 de octubre de 2015

Un día especial (segunda parte o parte 2).

Aparentemente, nadie iba a decir que ese día su vida iba a cambiar… al menos en cierto modo. Era una de esas típicas mañanas de “casi fin de invierno” en las que ni llueve ni deja de llover, pero en las que tampoco parecía que fuera a tener agujetas en las manos de tanto darle a las tijeras. Vamos, que llevaba tres horas con el negocio abierto y el único que había entrado era el tarado del cuarto a pedir cambio para el parquímetro, cuando en ese barrio no había zona azul o verde.

 “Estamos locos” pensó.
Pero llega un momento en esta vida en el que sientes que todo cambia… Y ese momento llegó en forma de coche, un espectacular mercedes 300 SL Gullwing plateado. De esos que ya no se ven.
Aparcó justo frente a la peluquería. Tan cerca de la puerta que la respiración del pelukas pareció detenerse para siempre cuando salieron del coche las piernas más largas que había visto en su vida.
No recordaba algo así ni en las revistas que leía de joven a escondidas una y otra vez en el cuarto de baño (bueno, leer… no era precisamente lo que hacía), ni en las cientos de horas que pasaba frente al ordenador en pornotube, xvideo y demás webs educativas. 
                                                                                                                                                                Su sorpresa creció (también creció algo más pero afortunadamente siempre trabajaba con bata) cuando semejante modelo de PlayBoy abrió la puerta del negocio y entró diciendo “veo que no tienes mucho lío hoy, ¿me puedes atender, verdad?”.                                                                                                 
Balbuceó, miró hacia abajo para tranquilizarse al comprobar que no se notaba su creciente entusiasmo, volvió a balbucear y respondió con toda la tranquilidad que pudo “por supuesto señorita, quítese la ropa y siéntese aquí”.
“Perdón, la ropa no… el bolso… deje aquí el bolso quería decía decir”. Y en ese justo instante pensó que era un tipo feliz. Todas las “depilaciones íntimas” masculinas que llevaba haciendo hace meses tratando de tocar lo menos posible los miembros ajenos, todas las barbas hípster arregladas mientras se aburría escuchando historias de grupos indie que no sabía ni que existían porque él se había quedado en Bon Jovi, todas las coñas que recibía a diario en el móvil por parte de un grupo de desconocidos (desde el cariño decían ellos),… todo eso había cambiado de nivel en la galaxia.                                                                                                                                                                                                                                                   Todo eso estaba en un nivel lejano, muy lejano… tan lejano como si nunca hubiera existido. Igual de lejano que un pequeño detalle del que no se había dado cuenta.                                                                                  

                                           La suya era una peluquería masculina…

martes, 18 de agosto de 2015

Un día especial (Primera parte o parte 1)

Siempre quiso asesinar a su peluquero.

Esto, dicho así, tal vez pueda sonar “un poco fuerte”, pero joer… es que ya le valía.
Resultado de imagen de enfadado

Y no era personal, ojo, que si lo piensas bien también él le había quitado entre 2 y 4 novias (era muy malo para los números y siempre se liaba) y se había estrellado contra el coche nuevo del psicópata vecino del cuarto… dejando una nota acusando al artesano capilar.

Pero tantos años de sufrimiento debían tener una recompensa. Tantos años en los que la cansina conversación de cada visita no servía para nada.

Corta poco joputa que te conozco”.
Vale quejica, que nunca estás contento con nada”.
Recuerda que te he dicho dos dedos, pero en horizontal. No me hagas enfadar”.
Joer con el señorito, ¿alguna vez no te he hecho caso?”.

Conversación tras la que, al ponerse de nuevo las gafas, solo veía un pelo cortado al cero… al uno en el mejor de los casos, mientras sentía una patada en el estómago presintiendo el cachondeo del que iba a ser objeto en la oficina al día siguiente y los tres meses a palo seco a los que iba a castigarle la parienta por tener pinta de tarado punkarra.Resultado de imagen de deprimido

Pero bueno, lo importante es que ese día su venganza iba a tomar forma física y no solamente mental como había venido pasando durante los últimos 30 años. 

Ese iba a ser su día especial.

Y como en esta vida da igual desesperarse que no, siempre pensaba que algún día saltaría la liebre.
 Resultado de imagen de pensando“Algún día saltará la liebre y veré a ese maldito pelukas morder el polvo”…

Y, de repente, el 29 de febrero (el destino no quiso hacerle esperar hasta marzo) ocurrió…


(Continuará...)